Buenos días ciudadanos del mundo, aquí os dejamos un breve relato sobre Miguelturra. Esperamos que os guste.
Había una vez, no muy lejos de Ciudad Real, una pequeña aldea llamada "Miguel Turra", perteneciente a los Campos de Calatrava, creciendo en tierras volcánicas, calizas y margas. La aldea creció entre batallas debastadoras y un gran incendio que dejo muy debilitada a la aldea y al pueblo de "Per Alvillo", pero "Miguel Turra" cual ave Fénix, resucito de sus cenizas con la ayuda de los Maestres de La Orden de Calatrava.
Había una vez, no muy lejos de Ciudad Real, una pequeña aldea llamada "Miguel Turra", perteneciente a los Campos de Calatrava, creciendo en tierras volcánicas, calizas y margas. La aldea creció entre batallas debastadoras y un gran incendio que dejo muy debilitada a la aldea y al pueblo de "Per Alvillo", pero "Miguel Turra" cual ave Fénix, resucito de sus cenizas con la ayuda de los Maestres de La Orden de Calatrava.
Pasándose a llamar Miguelturra y con la concesión de un añejo como Peralvillo, creció como un pueblo sencillo, cuyo poder era la agricultura y la ganadería; siguió creciendo entre las diferentes batallas que fueron aconteciendo, como las guerras Carlistas y la Guerra Civil, en la que murieron innumerables personas, pero no solo siendo eso lo peor, la gente que seguía allí, no tenia pan que llevarse a la boca escuchándose este trozo de copla:
"Si tuviéramos pimiento,
aceite, vinagre y sal,
haríamos un gazpacho;
¡pero no tenemos pan!"
No solo no teniendo para comer, también les escaseaba el agua; siendo insostenible esta vida, un concejal, rogaba a la presidencia "que se haga una visita de inspección en las Escuelas Nacionales de niños, pues según informes que tengo, a los niños no se les da agua ni se les deja pasar a los urinarios para hacer sus precisas necesidades, dándose el caso de que algunos niños se ensucian en los pantalones" lo consiguió, pero unos años más adelante, volvían a perecer la misma situación aunque esta vez, se acordó llevar agua desde la vecina Ciudad Real.
Miguelturra, siendo fuerte siguió creciendo entre necesidades, desmoralización, enfrentamientos políticos cada vez más vistosos entre las fuerzas políticas y sindicales de izquierdas y, así, fueron transcurriendo los largos y crudos días del invierno de 1938/39... Hasta que por fin llegó el final de la guerra y con ello, las fuerzas militares del Ejército de Ocupación y la dura y duradera posguerra... Más hambre, más muertes...
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